Durante la pandemia pude conocer más de cerca el Dios real que por años mis padres me habían enseñado. Para mí el 2020 fue ese momento de impacto donde ya no crees en el Dios de tus Padres, sino se convierte en el tuyo, ya no solo eres espectador de su grandeza y gloria, sino que ahora eres quien las experimenta con su propia vida. 

 

En esos tiempos de intimidad que viví con Dios, Él puso en mí una melodía que reflejaba una vida de entrega y completo amor por El. Hace aproximadamente cuatro años esta canción fue compuesta con el corazón más transparente ante la revelación de que Dios ya no era religión, era un Padre. Junto con el pacto de que desde ese momento mi vida ya no sería mía, le pertenecería a alguien más, cuyo propósito sería usarme para cumplir sus sueños aquí en la tierra.