Es duro depositar confianza e incluso esperanza en una persona o situación, y descubrir que las cosas no salieron como esperábamos. Es como poner toda nuestra confianza en algo que finamente falló y probablemente lastimó e hirió nuestro corazón. Al atravesar por una decepción podemos perder la fe, el gozo o incluso llegamos a dudar si podemos confiar de nuevo. Sin embargo, Jesús vino para demostrarnos que solo en Dios es en quien podemos confiar plenamente sin temor a ser defraudados, y si en algún momento hemos creído que Dios nos ha fallado o decepcionado, es porque aún el propósito no ha sido cumplido, hay un proceso de transformación y preparación, para llegar a aquello que Dios quiere que seamos. Este momento que estás atravesando, no es el final de tu historia, lo mejor está por venir de parte De Dios.